¿Por qué tener una economía sostenible, ecológica y ética?




La economía sostenible se entiende como un patrón de crecimiento que tiene el objetivo de conciliar el desarrollo económico, social y ambiental en una sola economía productiva y competitiva, sin dejar de lado la importancia de generar empleos de calidad en igualdad de oportunidades, mientras garantiza el respeto ambiental y el uso racional y responsable de los recursos naturales.

 

Este sentido de economía se enfoca en satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras de atender sus propias necesidades. Es decir, desarrollar actividades que, de forma conjunta sean económicamente rentables y, ambiental y socialmente sostenibles.

 

El bienestar social juega, además, un papel importante para hablar de éxito en una economía sostenible. Es importante fomentar un respeto por todas las personas involucradas en las actividades empresariales y no solo de mantener un enfoque en lo económico y ecológico. 

 

Se trata de un cambio de hábitos y culturas para los cuales la participación de cada individuo es importante, pues lograr un compromiso real requiere incluir un enfoque de reducción de pobreza que garantice el desarrollo de una vida de calidad a los trabajadores; de ahí la importancia de gestionar políticas dirigidas a promocionar la adopción de prácticas que mejoren las condiciones de trabajo.

 

La visión que persigue este modelo económico se basa en las previsiones medioambientales para las próximas décadas que, según los expertos, no son muy alentadoras; a menos que cambiemos las prácticas actuales del uso de recursos ambientales y sociales. Aún así, existen quienes se declaran detractores de las economías sostenibles y optan por continuar con el modelo capitalista tradicional argumentando que es imposible lograr un equilibrio entre industria, sociedad y naturaleza.

 

Mientras el debate continúa entre promotores y detractores, las condiciones del planeta y en consecuencia de todas las personas siguen apuntando hacía la necesidad de un cambio inmediato. En el 2013 habitaban la tierra 7 mil 200 millones de personas, y se estima que para el 2050 esta cifra aumente a 9 mil 600 millones, mientras que los recursos y la producción actual tiene una capacidad máxima para satisfacer a 2 mil 000 millones de personas. 

 

Respecto al medio ambiente, el costo del daño durante el 2008 fue de 600 millones de dólares, superando en un 11% el Producto Interno Bruto (PIB) mundial. 

 

Todos estos datos nos muestran lo imperante que es hacer ajustes y cambios de forma y fondo que optimicen no solo el uso de los recursos, sino la armonía entre todos los involucrados. Industria, naturaleza y sociedad necesitan nuevas formas de convivir si quieren sobrevivir. 


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